El Papa Francisco, un nuevo rostro de la Fe


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Juan Tomás Olivero

Filósofo egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Profesor Adjunto de las Escuelas: Comunicación Social, Teoría y Gestión Educativa y, Adscrito en la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Maestrías: en Enseñanza Superior UASD 1990) y en Sociedad Democrática, Estado y Derecho (UASD-UPV País Vasco 2009).Ex Director Coordinador General de Recintos, Centros y Extensiones (UASD 2008). Ex Coordinador Académico y Director de Extensión Cultural, Universidad Mundial Dominicana (UMD- 1986 Barahona). Ex Director Radio Enriquillo (interino1983) y Ex presidente Asociación de Periodistas Profesionales (APP-1999) . Soy de Barahona, del sur, República Dominicana.
Francisco un pastor que ha cambiado el rumbo de la barca de Pedro.  El mundo está lleno de un asombro esperanzador, asombro no solo por ser el primer latinoamericano en llegar al compromiso petrino, sino, que nuevos signos de vivir la fe se hacen presentes en su papado.
Francisco y Benedicto XVI destruyen el más estrafalario de los mitos eclesiales: la renuncia y sucesión en vida de un Papa, La coexistencia  de dos símbolos papales sin rivalidad y sin pugilato por el poder; pasando  uno, del pontificado a la sumisión mística anacoreta apofática,  por decisión propia.
Sin lugar a dudas que la iglesia vive un momento único en la historia, que apunta hacia su renovación y trasformación pastoral. Francisco es claro en su mensaje cuando establece que para salir al encuentro con Jesús, hay que renunciar a la vanidad ruidosa, confusión  ésta  que no nos  permite reconocer su rostro en los pobres, los jóvenes, los excluidos por prejuicios raciales, religiosos y estigma  sociales.
¿A  caso, tal vez,  el problema de los curas pederastas tiene sus orígenes en uno que otro   abuso de sus formadores y directores espirituales?
Para la iglesia retomar el camino correcto tiene que reconocerse pecadora y pedir perdón por sus debilidades, es el mensaje rezumbador del nuevo papado. El tema de la pederastia es la tribulación  que más ha lacerado el cuerpo de la iglesia y sobre todo los fundamentos de la fe, esta encrucijada ha sido sorteada  con mucha determinación y fe por el Papa Francisco, la  pregunta es ¿los sacerdotes pederasta, monstruos de hoy, víctima de quién en el Pasado?
Me hago esta pregunta, porque creo que hay que volver la mirada  hacia el interior de los seminarios, ver cuál es la situación de los jóvenes seminaristas y los niños y adolescentes de los seminarios menores y sus formadores.
¿A  caso, tal vez,  el problema de los curas pederastas tiene sus orígenes en uno que otro   abuso de sus formadores y directores espirituales?
El signo de fe mas importante en este sentido es el dado por el Papa Francisco, “no daremos un paso atrás, tiene que haber sanción contra estos crímenes”.  El Papa llama a los cristianos a no ser víctimas de la tentación de dormirse mientras se está en vela, a no repetir lo sucedido a los apóstoles en el huerto de los Olivos.  El dormido es un indiferente, es un ausente, es un ajeno  al compromiso, es un desconectado de la comunidad, es uno que no sale al encuentro del otro para vivir su fe.
El Papa Francisco reivindica la gran tarea de la Teología de la Liberación y la Iglesia latinoamericana, la iglesia encarnada que camina entre los pobres, no una iglesia dormida atrapada por  el poder, la grandeza y la opulencia; Francisco quiere la iglesia de la Fe, el compromiso y la resurrección.
Francisco llama a sustituir  el tradicional dedo índice inquisidor del pecador intolerante, por la tolerancia cristiana  y la humildad compasiva. El  cuestionamiento espiritual  interior, que se hace asimismo el Papa,  transforma una mentalidad eclesial  de hogueras, cruzadas sanguinarias, calabozos y expulsiones heréticas ¿quién soy yo   para juzgar al Gay, a la prostituta, al otro,  al hermano…?
La más significativa de las dimensiones del Papado de Francisco  se expresa  en  su forma simple y sencilla  en como  anuncia que  la caridad y la compasión cristiana obligan a vivir con respeto la libertad y las preferencias del prójimo,  que el amor al prójimo es la auténtica resurrección de los cristianos  de estos nuevos tiempos.

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